Antaño, los viajeros recibían snacks, dulces y bebidas gratuitas a bordo del avión, sobre todo en vuelos de larga duración. Hoy en día las aerolíneas apuestan por lo contrario: que el pasajero abone lo que consume, ya sea como parte de su tarifa o como extra, pero ofreciendo a cambio menús a la altura del mejor restaurante.